En innumerables ocasiones se ha hablado sobre la problemática del patrimonio en Tres Arroyos. Si bien se trata de un tema que actualmente se ha instalado en la sociedad por diversos motivos no es novedosa la falta de conciencia y de políticas locales que hacen que el patrimonio desparezca y la ciudad deje de tener aquellos símbolos que forman parte de la identidad.
Más lamentable aún es que las acciones o las medidas se toman cuando los hechos ya han acontecido, cuando no hay vuelta atrás, cuando ya no hay rastros de aquello que era un emblema, una historia, un atributo, una representación.
Juan Tersano tenía 90 años, era único descendiente de una herencia de constructores que había perdurado en la cuidad por más de cien años; la experiencia viva de más de dos mil construcciones realizadas artesanalmente en toda la zona, y como si eso fuera poco, el guardián de la mayor obra de arte que su familia pudo conservar: la vivienda familiar de Lamadrid 343.
Una obra arquitectónica única de principios de 1900, construida a mano por su padre, Victorio, donde la habilidad, la inteligencia y la destreza se conjugaron para finalizarla. El valor de ella no solo se halla solo en su arquitectura sino en sus paredes, que encierran anécdotas, enseñanzas, historias y vivencias que los años no pudieron borrar.
Juan se fue, debió irse porque los tiempos de las personas no son los mismos que los de las instituciones y la burocracia. Se marchó a abrazar a su hermano, su gran compañero de aventuras, pero nos dejó un legado como ciudadanos y como comunidad: cuidar su casa, protegerla y sobre todo darle un uso social.
Aquí, en este momento es donde debemos despertar tresarroyenses!!! Es donde debemos poner en práctica nuestro compromiso, nuestro aprendizaje. Este inmueble junto a muchos más de la ciudad representan nuestra identidad, nuestro presente, pasado y futuro. ACTUEMOS!!!
Firman los alumnos de la Carrera de la Tecnicatura Universitaria en Gestión Cultural.
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